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miércoles, 24 de mayo de 2017

Las cuentas supremas

El Presidente de la Suprema Corte de Justicia sacó cuentas y las sacó mal. Al referirse a la tasa de homicidios declaró a Subrayado (y lo recogió Montevideo Portal) que la misma “… se ha mantenido en 250 por año cuando lo tradicional era 100”. Le falló la calculadora o la memoria pues desde 1980 hasta la fecha nunca tuvo el país esa cifra de homicidios, -lamentablemente- ya que siempre superó la misma siendo el promedio de 200 homicidios desde 1980 al 2016. Los datos se pueden confirmar en el sitio web del Observatorio de Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior que registra datos desde 1980 hasta la fecha.
(https://www.minterior.gub.uy/observatorio/index.php/estadisticas)


Descrédito legista

La consternación por el horrendo crimen de la alguacil Odriozola seguramente fue el desencadenante de una declaración desafortunada que no se corresponde con los datos que registra la conducta delictiva del país. En efecto, desde 1980 se registran datos de delitos (consignados por el Observatorio del Ministerio del Interior), y nunca hubo 100 homicidios o menos por año en el país. Precisamente, en ese año fueron 126 y al siguiente 144, y 179 al siguiente (1982); el menor registro fue en 1984 con 110, para comenzar una escalada alcista desde 1985 (119),  hasta nuestros días (265 en 2016).

Esa tendencia -de un país inmerso en el continente más violento del mundo- no paró de crecer durante los años siguientes superando la barrera de los 200 homicidios en el año 1990 (206) para seguir con altibajos hasta guarismos más altos aún como los 243 acaecidos en el año 1997. 

Los números fríos indican que jamás ostentamos la cifra que refirió Chediak, salvo que su referencia fuera a un período anterior al que lleva registros el país. Desde que se llevan los mismos los datos son elocuentes y -tristemente- no se corresponden con lo dicho por el magistrado.

Precisamente, este año -a pesar de los presagios- los homicidios siguen registrando una baja del orden del 10% respecto del año pasado. Baja que se traduce en la reducción en un punto porcentual de la tasa de homicidios nacional (que pasó del 8,5 al 7,6 cada 100 mil habitantes). Minimizar esos logros no es una buena señal ni mucho menos.

Asimismo refirió a los datos de las rapiñas relativizando la baja consolidada de las mismas a partir del PADO, "no podemos decir eso hasta que tengamos tres años de estadísticas", afirmó al medio de prensa. Obviamente, cuantos más años se tengan más firme será la tendencia, eso nadie lo discute, pero no es una buena señal cuestionar un dato real y comprobado de baja a partir de un exitoso modelo de patrullaje. Lejos de mejorar los niveles de percepción de seguridad los empeora, sembrando -además- un manto de duda sobre el trabajo de los profesionales estadísticos que construyen los datos del Observatorio.

La baja de las rapiñas está consolidada, más allá de pulseadas que realiza una delincuencia que se empieza a sentir acorralada por la eficacia policial. 

La mejora de la respuesta a la emergencia, las comunicaciones seguras, más móviles, mejor armamento, nuevas tecnologías y una acentuada profesionalización de sus efectivos, son las razones que explican la baja de los delitos. 

Delitos que no van a desaparecer pero que empiezan a marcar una tendencia a la baja, aunque algunos se sigan equivocando en hacer las cuentas... 


el hombre sacaba cuentas,
el perro ladraba una corrección...

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