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martes, 11 de abril de 2017

Cuando las redes son virtuosas


Muchas veces ocupamos nuestra columna para criticar el mal uso de las redes sociales, vehículo ideal para inescrupulosos (o directamente malintencionados o delincuentes) que -haciendo mal uso de las mismas- viralizan información falsa u ofensiva sin más, con el único fin de denigrar una gestión, inculcar miedo u ofender a alguna persona. Hoy, en cambio, vamos a referirnos al lado virtuoso del uso del instrumento. Una herramienta maravillosa que creó el hombre al punto de hacer de esta una de las piezas principales de un cambio de época. Es que cuando se usan bien o con fines didácticos se convierten en una herramienta de construcción de seguridad y abrigo que invita a creer en ellas. Son las mismas redes, lo que cambió es el uso que hacemos de estas y eso no es una virtud propia sino una cualidad adicional que está en nuestras manos hacer más frecuente. Es la parte virtuosa de las -mismas- redes sociales...

Pica por todos los Juan Pablo's!!

Juan Pablo se había perdido en pleno 8 de Octubre y 20 de Febrero, no sabemos cómo fue pero se escabulló de la vista protectora de su mamá y empezó a deambular sin rumbo por la Unión con destino desconocido. Para su mamá -maestra- comenzó un tiempo de desespero y angustia que compartió rápidamente por mensaje en las redes. La desesperación le dio tiempo para pensar que el instrumento en cuestión podía demostrar que tiene más fortalezas que debilidades y que la sociedad uruguaya aplicaría bien la herramienta.

Así fue que posteó rápidamente el mensaje pidiendo auxilio, solicitando cualquier dato que pudiera dar con el paradero de Juan Pablo, un chico especial que podía estar confundido o inmerso en su propio mundo sin que nadie pudiera reparar que estaba perdido y alejado de su familia. Una familia que lo buscaba desesperadamente.

El mensaje se viralizó rápidamente, sobre las 20:00 horas de este lunes de Semana Santa o de Turismo, pronto caerían mensajes alertando sobre su desaparición. Mensajes mesurados que advertían -también es justo remarcarlo- que se presumía perdido por su especial condición y no otra cosa. La precisión vale pues esa certeza inicial del mensaje ya advertía de la seriedad del mismo y que eso no era “un mensaje más” de los tantos que circulan con información falsa por las redes. 

Cuando nos llegan este tipo de mensajes siempre hacemos lo mismo: verificamos quien lo envía, chequeamos su origen, y enseguida advertimos a las autoridades para iniciar su búsqueda. Más aún si se trata de menores de edad, y este era el caso.

Rápidamente se dispararon las alertas sin que los medios llegaran a hacerse eco, fueron las redes y sólo ellas, las que hicieron el milagro y Juan Pablo apareció sano y salvo. 

No hubo titulares escandalosos, no hubo estridencias ni micrófonos o cámaras de televisión. Hubo solidaridad, mucha, tanta que sería imposible describirla en palabras; una solidaridad inmensa que inundó las redes sociales al punto de volcar una balanza que venía mal equilibrada hace mucho tiempo con la difusión de informaciones falsas o engañosas que solo reparten miedo infundado.

Fue esa solidaridad la que advirtió a muchos -incluyendo a las autoridades- y la que permitió que a escasas horas de su desaparición Juan Pablo volviera a reunirse con sus padres. Había llegado hasta el centro de Montevideo, jurisdicción de la Seccional 1ª de la Jefatura de Montevideo, seguramente abordando un transporte colectivo que lo trasladó hasta allí, aunque no tenemos certeza de ello.

Así como se viralizó su búsqueda también su aparición para alegría de todos los que compartieron la preocupación y la noticia de su pérdida. 

Juan Pablo fue reconocido por los médicos del Hospital Maciel en cumplimiento de los protocolos establecidos en caso de menores de edad (es preceptiva su revisión médica) y acto seguido se reunió con sus padres que lo esperaban en la Seccional 1ª. Fue una noche de angustias pero con final feliz, gracias a esas mismas redes que tanto criticamos, que nos dieron una lección de buenas prácticas que es necesario destacar.

Fueron las mismas redes que se hicieron virtuosas convirtiendo lágrimas en sonrisas, mientras un niño abrazaba a su mamá en medio de una Comisaría...

el hombre viralizaba la buena noticia,
el perro movía la cola contento...

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