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viernes, 27 de mayo de 2016

Todos víctimas

La Justicia laudó, en forma inobjetable y en tiempo récord, la libertad y archivo del caso del comerciante que diera muerte a dos jóvenes que fueron a rapiñar a su comercio, munidos de un arma de fuego. Era el cuarto intento en pocos días. Era la cuarta amenaza que sufría, el cuarto encañonamiento que padecía a manos de un joven delincuente que salía a ganar sin medir pérdidas. El fallo judicial contó con la bendición de una sociedad que reclama mano dura contra la delincuencia. Es que esa mano dura es la primera reacción, la que cualquier persona decente piensa y ejecuta sin pensar en las consecuencias.  Es la ley del ojo por ojo; el bronca, rabia, angustia y miedo. Todo junto en mezcla peligrosa que deja marcas imposibles de borrar y menos, de sobrellevar. Es el instinto de conservación, ese que impulsa a defenderse, a protegerse. Ese impulso que llevó a un comerciante a responder y defenderse de un atraco al que estaba siendo objeto amenazado con un arma de fuego. Un hecho que también lo convirtió en víctima, puesto que una vez consumada la acción irreversible de sus actos, quedó sumido en la desesperante situación de cargar con dos muertes jóvenes. No se puede esquivar ese punto, no se puede ser tan insensible a la hora de emitir un juicio o una opinión. No se puede obviar que hay múltiples víctimas a partir de este hecho que no es el primero y que -desgraciadamente- tampoco será el último. No se puede ignorar que son todos víctimas...