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martes, 4 de octubre de 2016

Miedo no, sentido común!!

Hay un dicho popularmente admitido que reza que el sentido común es el menos común de los sentidos, y parece ser que la realidad le viene dando la razón con amplio margen. Por estos días se lo puso en tela de juicio y se utilizó como argumento para llevar -otra vez- al ministro Bonomi al Parlamento para ser interpelado. La infame muerte de un vecino de Carrasco Norte a manos de un rapiñero desencadenó los hechos. Un posteo en las redes sociales de la víctima, amiga del fallecido que salió en su defensa, denunció falta de respuesta policial y de los servicios de salud en la emergencia. A todo esto, declaraciones de Bonomi al programa En Perspectiva, desataron la reacción y la iracundia de quienes esperan cualquiera de sus dichos para volverlo a poner en la palestra pública como si fuera el único responsable de todo lo que nos pasa a los uruguayos. No se bancan un Ministro que aplique el sentido común...

Hacernos cargo

Hasta el hartazgo se ha venido advirtiendo de una situación que no es fruto de la nada o de lo hecho por un Ministro, y menos por lo hecho por un Gobierno que vino a cambiar las cosas porque así lo quiso el soberano que lo votó. Cambios de una realidad que llevó décadas de abandono que provocaron una fractura social de la que nadie se hace cargo pero de la que todos piden cambiarla como si fuera tan fácil.

Hoy se aplican las mismas recetas que se propusieron en la década de los 80, diagnósticos que se emitieron en el año 1986 por ejemplo y que jamás se aplicaron. Esas mismas recetas que hoy se aplican con la diferencia de tener todo en contra, hasta a los artífices de esos diagnósticos que hoy no quieren hacerse cargo de nada.

Permitieron -durante décadas- que la sociedad uruguaya fuera perdiendo músculo, generando bolsones de exclusión que hoy padecemos en una delincuencia totalmente desestructurada y ajena a los valores que siempre hicieron distintos a los orientales de este lado del Río de la Plata. Se limitaron a acumular presos en las mismas cárceles, como si el aislamiento por sí mismo bastara para resolver el problema de quien algún día saldría de ese lugar robustecido en habilidades que no precisamente serían funcionales a la sociedad uruguaya. Fueron -siguen siendo- responsables de esas universidades del delito que produjeron generaciones de delincuentes que hoy generan estas pulsiones que lastiman y desangran a los uruguayos.

En medio de ese panorama, un Ministro tuvo la valentía de reformar las estructuras, refundar una institución como la Policía para hacerla funcional a la ciudadanía uruguaya que reclama asistencia en la emergencia. Había que luchar contra la corrupción que la minaba, y lo hizo. Había que mejorarles el salario, y lo hizo. Había que darles mejores armas, uniformes, vehículos, comunicaciones, tecnologías... todo eso lo hizo, y lo sigue haciendo.

Por primera vez en mucho tiempo las rapiñas manifiestan una baja sostenida que en pocos días más será pública al darse a conocer los resultados de los primeros seis meses del PADO (Policías de Alta Dedicación Operativa). Delitos que mostrarán el acierto de un trabajo que sigue generando críticas a pesar de los datos objetivos.

Nadie puede asegurar el delito cero, nadie puede asegurar que algún delincuente genere un hecho aberrante como el sufrido en Carrasco Norte o el del empleado de La Pasiva de hace unos años, o tantos crímenes producidos por una delincuencia que no mide resultados en busca de su beneficio ocasional.

Bonomi dixit

Si algo lo ha caracterizado desde siempre fue su frontalidad. Al frente del Ministerio del Interior no ha rehuído ninguna batalla y menos la dialéctica. Ha resistido en todos los frentes, y fue objeto de crítica sostenida en todo momento, incluso cuando puso en práctica lo que acordó con quienes hicieron (hacen) fila para reprocharle todo lo que hace o diga.

Ninguno acepta que cumplió los acuerdos alcanzados y aún más, pues el nivel de cumplimiento superó los puntos de aquel documento multipartidario del gobierno de Mujica. Llevó adelante una reforma de la Policía que jamás pudo ser efectuada por quienes le critican hoy, pues fracasaron con total éxito ante el solo planteo. Hoy tenemos consolidada la reforma, hoy tenemos una nueva Policía mal que les pese a muchos.

Lideró -y es ejemplo para el mundo- una reforma carcelaria que aún pulsa sus últimos estertores encapsulados pero que se quieren hacer ver como representativos de un sistema que es mucho más que los módulos 8, 10 u 11 del ex ComCar. Sin embargo nunca se mostró conforme y siguió presionando para que los cambios se consoliden a pesar de las resistencias.

Trajo a los mejores – casi todos referentes para los críticos de hoy – para aplicar sus conocimientos a nuestra realidad. Dijeron siempre que el modelo era el delito cero de Giuliani, y no solo trajo al asesor de aquel sino que desenmascaró una falsedad repetida como cierta sobre esa máxima. Nunca existió el delito cero ni tampoco lo resolvieron rápidamente. Debieron cambiar a la Policía y depurarla para, luego, enfocarse en obtener los resultados. Lo mismo que ha hecho hasta ahora en su gestión Bonomi.

Fiel a ese estilo frontal, no escapó por la tangente y ante la consulta de qué hacer cuando nos enfrentamos a un delincuente armado, respondió con sentido común: no es conveniente resistirse. ¿Acaso alguien en su sano juicio puede aconsejar otra cosa? El delincuente tiene el arma, la iniciativa y una escala de valores subvertida que no le impide jalar el gatillo y terminar con una vida. Una vida que -además- sumará a su “palmarés” y le dará un galón entre los delincuentes con que convive. Entonces, no puede confundirse sentido común con miedo.

Quienes alientan a resistirse -pues parece ser ese el mensaje- no se hacen cargo luego de las consecuencias. Así ocurrió cuando desde otras investiduras se alentaba a armarse a la población y luego nada dijeron cuando un padre, (armado por el miedo impuesto), dio muerte accidental a su hija al confundirla con un delincuente en el interior de su hogar. Resistirse a un delincuente armado termina siendo una cuestión de suerte, por las razones expuestas. Hoy se conoce el testimonio del esposo de la víctima rapiñada en Carrasco Norte quien relata que la víctma no solo se resistió, sino que enfrentó -desarmado- a su victimario, con el resultado que hoy enluta a toda la sociedad uruguaya.

No saquemos de contexto lo dicho por Bonomi, porque sus palabras no terminan en la no resistencia a un delincuente armado, pues si algo es evidente es que su Ministerio busca a los delincuentes, reprime el delito y sanciona a los responsables. Sus palabras -bien contextualizadas- apuntan a no tener que lamentar resultados irreparables, a sabiendas que se lucha frontal y directamente a combatir la delincuencia después, pero con el adicional intangible de hacerlo con la víctima del delito viva.

Nada ni nadie le devolverá la vida al ciudadano de Carrasco Norte, ni al empleado de La Pasiva, ni a Alejandro Novo, ni a tantos otros a quienes alguien se las quitó un día sin razón ni motivo. Menos podrá hacerlo cortar una gestión que viene haciendo lo que nadie hizo y cuyos resultados, adelantó desde el inicio, no iban a ser inmediatos.

El camino es largo, empedrado, pero hay que recorrerlo para poder llegar al destino marcado, aunque en el medio también hayan ollas de teflón que suenen pidiendo renuncias.



el hombre contestó la pregunta,
el perro siguió ladrando...

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