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viernes, 14 de octubre de 2016

Mentira editorial

El Semanario Búsqueda emitió un editorial bajo el título “Frenar la impunidad” en el que enuncia una manifiesta crítica apelando a una falsedad en los dichos del ministro Bonomi. No solo falsea el sentir de sus dichos sino que -en forma más que alarmante dado el prestigio que le reconocemos al medio de prensa- tiene la osadía de entrecomillar una frase que atribuye al Ministro, aunque luego relativiza la misma con el latiguillo de “palabras más, palabras menos”. El editorial no tiene firma. Nos llamó poderosamente la atención que hicieran esa referencia de manera tan burda en un medio al que consideramos -hoy un poco menos- despegado del resto con aportes críticos que hoy brillaron por su ausencia. Un editorial de una página que mostró la hilacha tomando la posición más fácil y simplista de un tema tan complejo como la seguridad ciudadana.

Lo que no dijo Bonomi

“Hay que entregar todo cuando a uno lo vienen a asaltar” dijo, palabras más, palabras menos. Algo así como “embromate por nabo” - (pág. 2 Búsqueda Nº1.888)

Pocas veces dedicamos más de una columna a un mismo tema, pero si hay algo que no permitimos es dejar pasar casos como este donde se pone entrecomillas -recurso ortográfico para referirse a una cita textual- algo que no solo no fue dicho sino que contraviene el espíritu de quien lo dijo.

En el programa En la mira de VTV, Bonomi reafirmó sus dichos ante la consulta del periodista Gabriel Pereyra. Y lo hizo en el entendido que recomendar resistencia a la ciudadanía cuando se enfrenta a un delincuente armado, sería “irresponsable” de su parte (el entrecomillado vale, porque eso sí lo dijo Bonomi).

El periodista le interpeló su falta de “empatía” (citando al extinto Julio Guarteche), en esos casos, y Bonomi insistió en que su postura debe ser responsable, aunque corra riesgo de no ser simpática. El propio Pereyra ha escrito al respecto sobre la recomendación hecha por el Ministro, que no es otra cosa que un consejo de seguridad que la misma Policía recomienda y que cualquier padre aconseja a sus hijos o familiares. Sin embargo se cuestiona esa falta de tacto -podría decirse- sobre el punto. Al extremo que se pone el foco en la arriesgada actitud de un hombre valiente (cualidad reconocida por Bonomi) que entregó su vida en auxilio de una víctima de la delincuencia. Pero ese foco tiene la pesada y luctuosa carga de la muerte del mismo. Es precisamente allí donde nadie hace foco, aunque parezca un contrasentido. Porque se trató de una muerte evitable, que hubiera aportado un testigo más a la hora de trabajar en el esclarecimiento de una rapiña.

Bonomi nunca dijo “Hay que entregar todo cuando a uno lo vienen a asaltar”, eso es falso de toda falsedad. Bonomi habló -con sentido común y responsabilidad institucional- que ante un robo a mano armada, alguien desarmado no debería enfrentarlo y menos aún (como se conoció después por testimonio del esposo de la víctima asaltada), arengar al delincuente a que dispare mientras se lo encañona.

En ese escenario, el delincuente tiene varios puntos a su favor: un arma, la iniciativa, la actitud y una escala de valores subvertida; la víctima -o quien lo enfrente desarmado como fue este caso- tiene un escenario absolutamente desfavorable que debería considerarse sin que por ello se diga que se es menos valiente, algo que nadie pone en tela de juicio en este caso. Sin embargo hoy tenemos un valiente (y testigo) muerto y un asesino libre... por ahora.

Editorializar mintiendo es grave, calificar intencionalidad en los dichos de un Ministro que si algo ha demostrado es gestión, modernizando al instituto policial como nadie hizo hasta el presente, también lo es. Atribuirle a sus palabras sentidos que no tuvo, también.

El mismo editorial cita datos del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior, del año 2004 con 7 mil rapiñas y los compara con los datos de 2015 con 21 mil (tres veces más). Decirlo así, de forma tan lineal, sin considerar las circunstancias que llevaron a ese incremento, es un error imperdonable para el editorialista de un medio que se precia de analizar la realidad de la semana para comunicarla los jueves. La realidad del año 2004 era otra, diametralmente distinta a la que una década después vive el Uruguay. Veníamos de la peor crisis de la historia reciente uruguaya, una crisis que permeó a toda la sociedad comenzando un ciclo que cambiaría hasta el comportamiento de la delincuencia de forma notoria.

Hasta el año 2004 el delito que más crecía era el hurto, el escenario eran los hogares de los uruguayos. La sociedad en crisis, con una desocupación que trepó hasta el 20% mostraban otra realidad. En la década siguiente esa realidad se revirtió y los uruguayos aumentaron sus ingresos, las oportunidades estaban en la calle misma, la que pasó a ser el escenario del delito. Así comenzó a invertirse la tendencia y la rapiña trepó a las cifras que hoy se manejan. Claro que un editorialista de este tipo podrá decir que ahora la excusa del aumento de las rapiñas es por la bonanza económica y bla, bla, bla. Pero si lo hace debería saber que existe una ley de la economía que habla de oferta y de demanda que bien se podría aplicar en este caso. Con la mejora de la economía aumentó la oferta para una delincuencia que nació en aquella crisis. Una delincuencia que asumió hábitos que no se cambian tan rápido como se quisiera; una delincuencia a la que se la combate sin restricciones pero con responsabilidad a la hora de recomendar acciones a la gente.

Nadie mira para el costado, como expresa también el editorialista, menos el Ministro. Un ministro que no mide el costo electoral de sus dichos, pero que actúa responsablemente a la hora de dotar de la mejor infraestructura policial, (armas, tecnologías, vehículos); un ministro que dignificó la función policial (mejora de salarios, capacitación profesional); un ministro que no mide en votos sus palabras si con ellas puede salvar la vida de una persona. Como haría usted o uno mismo, a la hora de recomendar lo que se debería hacer cuando uno está siendo asaltado a mano armada.

Aunque eso que se diga no llegue nunca a ser tema de un editorial, salvo que, uno sea Ministro, haya hecho la mayor reforma de la historia del Ministerio del Interior y se llame Eduardo Bonomi.

el hombre rayó la página,
el perro buscaba una firma...

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