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jueves, 25 de agosto de 2016

A confesión de parte

El líder blanco dejó en posición incómoda a sus correligionarios que no daban crédito a lo que disparó en cámaras de VTV en el programa En la mira, de Gabriel Pereyra. Semejante confesión releva de toda prueba y más si quien lo dice es uno de los que aspira desde hace tiempo a ocupar el sillón presidencial de los uruguayos. En una suerte de descarnada confesión, el Senador Larrañaga admitió sin más una realidad ostensible a ojos de quien quiera ver cómo se comporta cada día la oposición política nacional. Es así que reconoció que “la oposición no está preparada ni para ganar ni para gobernar”. Si bien no es ninguna novedad, tanta sinceridad no deja de sorprender a muchos, y, en primer lugar, al otro líder que tiene las filas nacionalistas al que nada le gustó la confesión. Claro está que en la bolada no solo apuntó a los blancos sino a todo el espectro opositor, no sea cosa que se  los vaya a dejar afuera. A tal punto caló hondo tamaño sacrificio político que su primera referencia al partido de gobierno en cuanto a que estaría pronto para perder pasó desapercibida y todos hicieron foco en su confesional discurso.


Ni siquiera oposición

Si algo tenemos claro es que no solo no están preparados para gobernar -mucho menos para ganar- sino que ni siquiera asumen un rol opositor digno y proactivo. Han hecho, desde el inicio de la era progresista, un sistemático juego destructivo olvidando el interés país para enfocarse en intereses electorales que los llevaron a la derrota en tres períodos consecutivos de gobierno.

Agoreros de crisis que nunca llegaron, (gracias al timón firme impuesto por el partido de gobierno), no pudieron sostener ámbitos multipartidarios para posicionarse en la vereda de enfrente como si con eso alcanzara para ser opositores. Así ocurrió ni bien comenzara el gobierno de Mujica, y volvió a pasar en este período, donde, si bien se llegó a acuerdos en seguridad, los mismos fueron a contrapelo de los mismos blancos confesos de ahora que estuvieron con un pie afuera desde el inicio de las conversaciones.

El acto confesional de Larrañaga no hace más que poner en negro sobre blanco una realidad que admite sin remordimientos al punto de ratificar lo dicho ante la crítica que recibiera de su correligionario ex-presidenciable, Lacalle Pou.

Lo extraño de su postura es que termina siendo una suerte de convocatoria a formar lo que tanto criticaban de nuestro Frente Amplio, al que calificaron siempre como “colcha de retazos”, en alusión a la composición de la fuerza de izquierda. Ahora parece ser que la receta para intentar arrebatarle el gobierno al progresismo pasa por zurcir una colcha de retazos alternativa, salvo que para hacerla deberán contar con una preparación que hoy reconocen no tener. Medio difícil, ¿no?

Si esos dichos resultaron impactantes, lo que vino después pareció una puesta en escena propia de quien no admite la cuña de su propio palo a sabiendas que es la peor siempre. Así fue que no solo salieron a bajarle el perfil a aquellos dichos sino que tuvieron el golpe de fortuna (?) de una encuesta que los pone al tope de la preferencia electoral de los uruguayos.

Y eso que no están preparados para ganar y menos para gobernar, como reconoció Larrañaga, quien seguramente fue el primer sorprendido por esa encuesta.

Acuerdos necesarios

Un país necesita de grandes acuerdos para construir futuro, acuerdos que se concreten en verdaderas políticas de Estado, esas que permiten generar desarrollo sustentable a lo largo del tiempo y más allá del gobierno de turno. Es el guión, la hoja de ruta que debiéramos compartir sin intereses político-partidarios, con verdadero interés nacional.

Estamos en medio de un Diálogo Social convocado por el Presidente, donde se buscarán instalar los grandes temas que guíen al país en los próximos 20 o 30 años. Venimos del cierre de una comisión multipartidaria sobre seguridad también convocada por el Presidente que logró -no sin esfuerzo, cerrar acuerdos en un tema que preocupa a los uruguayos y en los que es necesaria una mirada común. Esos ámbitos -que debieran ser más frecuentes- terminan siendo esporádicos y de corta duración. Así es casi imposible generar políticas de largo aliento que son las que producen los resultados más permanentes.

Esos acuerdos necesarios son los que se promueven en ámbitos como los que genera el Gobierno en sus Consejos de Ministros itinerantes, verdaderos ejercicios democráticos donde el contacto directo hace la diferencia y muestra caminos posibles de entendimiento. Es el Gobierno de Cercanía, una herramienta donde se practica el acuerdo y el diálogo, donde no importan los partidos políticos, donde lo principal es el ejercicio de ciudadanía.

Este dispar accionar de Gobierno y oposición llevan a desencuentros antes que acuerdos, y a críticas antes que consensos. 

Ese proceder de la alta política uruguaya, es fiel reflejo de una realidad que termina teniendo actos de constricción como el del líder nacionalista, que dejan en incómoda posición a sus correligionarios pero terminan siendo un gesto de brutal honestidad intelectual. 

A confesión de parte, relevo de prueba.




el hombre se confesaba,
mientras el perro mordisqueaba un hueso...

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