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sábado, 11 de junio de 2016

“Chiche” público en Santa Lucía del Este

Nelson “Chiche” Ivaldi es un vecino del balneario Santa Lucía del Este al que conocí por culpa de un número. Es que tan solo un número, de los nueve que identifican mi servicio de telefonía móvil, me separaba del suyo, y el mismo Chiche, padeció los avatares de un servicio de alta demanda que por error marcaba su servicio cual si fuera el mío. Ese hecho fortuito lo puso un día al habla para intentar -fallidamente- que el suscrito "cambiara de celular".  Su tranquila vida de jubilado -en un balneario de la Costa de Oro ubicado a 67 km de Montevideo por la Ruta Interbalnearia- se vió alterada por esa circunstancia. La cuestión fue que ni Chiche ni yo cambiamos de número, en su lugar, comenzamos a tener un rico intercambio que nos llevaría a concretar una obra que ninguno pudo imaginar aquel día en que recibí su primer llamado. Este “Chiche” sería el responsable de un espacio público ganado en aquel rincón canario, para orgullo y disfrute de los vecinos de Santa Lucía del Este...

Manos a la obra 



Aquel padecimiento inicial de llamadas a horas impensadas, originadas por una labor al frente de las comunicaciones de una cartera que así lo demanda, pronto se convirtió en una oportunidad para quienes tuvieran la intención de hacer algo por la comunidad. Y el caso de “Chiche” Ivaldi no sería sino la regla que no admite el NO, ni siquiera por excepción.

Tras un tiempo prolongado de conocernos tan solo por teléfono, un día se le ocurrió interrogar sobre la posibilidad de recuperar un predio público abandonado por décadas y que “estaría buenísimo recuperar para el balneario”, según sus propias palabras. Entonces sonó el teléfono y la voz inconfundible de este veterano cascarrabias (convertido en entrañable amigo), sonó una vez más para transmitir la inquietud. 

Sin dudarlo, enseguida nos vino a la mente el trabajo que los privados de libertad acumulaban con experiencias similares con la Comuna Canaria en el Parque Roosevelt y también con la de Maldonado, donde la limpieza de predios con riesgo de incendio forestal eran la excusa para comenzar a transitar el camino del trabajo como instrumento de rehabilitación.

Esas experiencias exitosas -a las que se sumarían muchas otras- fueron suficientes para comenzar a entablar contactos y hacer de aquella idea, una realidad. 

Las autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación dieron su aval y una cuadrilla de privados de libertad de la cárcel de Canelones fueron los encargados de comenzar a desmalezar y limpiar un predio dominado por arbustos silvestres y basurales endémicos que habían ganado aquel lugar. Un espacio que tiene el privilegio de ser lindero con la Escuela Rural Nº 200 de Santa Lucía del Este, y que veía desperdiciar un entorno natural que bien podría ser disfrutado por los niños que allí asisten y por los vecinos del histórico balneario.

La primera jornada de limpieza tuvo el adicional invalorable de los vecinos que empezaron -boca en boca- a conocer la iniciativa, dando su aprobación casi inmediata además de su colaboración para con quienes realizaban la tarea. No faltó el que arrimó una jarra con agua para refrescar a unos internos que devolvían con trabajo los errores cometidos que los llevaron un día a un centro de reclusión. Personas que buscan una segunda oportunidad que la sociedad les brinda con la esperanza de ser una salida que los incluya nuevamente al entramado social.

La leña comenzó pronto a acumularse y a acopiarse prolijamente en montones para que los mismos vecinos se hicieran de ella como primera retribución de los internos. La siguiente retribución sería la recuperación de un predio que pronto dejó ver el otro lado de la calle, paisaje perdido de un balneario que empezaba a recuperar un lugar público.

Junto a la Intendencia canaria -que aportó una máquina retro excavadora para el retiro de raíces y nivelación del terreno- la obra fue concretándose, y el trabajo de aquella cuadrilla de 8 internos de la Unidad Nº 7 de Canelones, fue tomando forma. 

La Alcaldía de La Floresta, con su alcaldesa Ivonne Lorenzo, hizo el resto con el aporte de mobiliario urbano (mesas y bancos), y arreglos de caminería, que se completarían con el aporte de los internos que trabajan en el Polo Industrial de Santiago Vázquez (Unidad Nº 4), consistente en juegos y hamacas infantiles que fueron instalados por el Municipio local.

La tarea insumió unos cuantos meses entre idas y venidas, temporales y lluvias, coordinaciones y traslado de maquinaria pesada que permitieron, finalmente, dar a luz un espacio recuperado para la ciudadanía de un balneario que lo esperó por muchos años.

Ahora es tarea de los vecinos y visitantes de Santa Lucía del Este el mantenerlo y cuidarlo, así como a los árboles nativos (guayabos y pitangas), que hoy fueron plantados por el intendente Orsi, el ministro Bonomi y la alcaldesa Lorenzo, en el lugar, y cuyos frutos serán parte de un acervo que también harán espacio al disfrute de los visitantes.

Una experiencia que amenaza con no ser la única, ya que las autoridades de la Comuna Canaria redoblaron la apuesta de repetir en otros lugares del departamento la misma experiencia. 

Una idea que permitirá seguir dando oportunidades a los privados de libertad al tiempo de construir ciudadanía recuperando lugares públicos.

el hombre plantaba árboles,
el perro le ladraba a “Chiche”

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