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lunes, 23 de noviembre de 2015

Argentinos, ellos...

Confieso que durante muchos años también me sentí argentino, ya no. Fui argentino cuando la dictadura aún regía en nuestro país mientras que allende el Plata se instalaba la democracia tras años de oscurantismo cívico militar. Fui argentino durante varios mundiales, demasiados, en que una vez y otra quedábamos eliminados dejándonos afuera de la contienda deportiva, dejándonos el consuelo de alentar por la selección argentina en solidaridad con un plantel que jugaba con el corazón por su país mientras nosotros sufríamos el desaire de los tristemente famosos “repatriados”. Fui argentino con toda mi convicción cuando en la final del mundo de Italia 1990 -mientras se entonaba el himno argentino- el estadio lo silbaba y Maradona los puteaba en vivo por TV. Fui argentino entonces, ya no...


Gozando logros ajenos

Hoy algunos uruguayos se sienten ganadores tras el triunfo de Macri en las elecciones argentinas. Allá ellos. Los uruguayos podemos tener alguna simpatía por uno u otro candidato pero de ahí a augurar cambios en nuestro país a partir de este resultado parece mucho.

Hoy no necesito, (no necesitamos), disfrutar de estos logros ajenos por cuanto Uruguay vive un tiempo de cambio que lo ubica en la vanguardia regional. Hoy ostentamos el privilegio de ser uno de los 20 mejores destinos del mundo elegidos por el National Geographic para visitar. Ostentamos el primer lugar en prosperidad de América Latina, ubicado entre los países de prosperidad media-alta.

Hoy grito los goles de Suárez en los mundiales, celebro campeonatos sudamericanos y me regodeo con los 15 títulos continentales que nos tienen al tope del palmarés sudamericano. Disfruto de los mundiales y las eliminatorias con un combinado nacional que aprendió que “el camino es la recompensa” y en ese camino se desviven por lucir la casaca celeste dejando atrás los malos recuerdos de otros combinados no tan comprometidos. 

Hoy contamos con un haber intangible de cifras que avalan la actuación de un proceso que empezó en el año 2005 y que no se detuvo. Los índices de pobreza registran descensos imposibles de creer para muchos (principalmente para los que hoy se sienten argentinos), pero que están allí y continúan descendiendo.

Es cierto que tenemos déficit en muchos aspectos, pero se trata de un proceso que está en curso y que necesita tiempo para seguir evolucionando. Hay un rumbo, hay un objetivo, hay un proyecto que cumple un libreto establecido, el que eligió la ciudadanía en las urnas por tres veces consecutivas.

Lo paradójico de todo esto es la velada incoherencia argumental de los que hoy disfrutan el triunfo de Macri en Argentina como propio y premonitorio. Es que al hacerlo involucran el influjo internacional y regional en el proceso político uruguayo. Lo dan por descontado que ello se verá reflejado en las urnas uruguayas como si fuera una condición inexcusable o una consecuencia inevitable.

Ahora bien, esa influencia del contexto político internacional, (el argentino en este caso), es de recibo para la oposición política uruguaya, pero con una mirada tan sesgada que incurren en una contradicción manifiesta. 

Es que admiten como válida la influencia internacional de este cambio político acaecido en la Argentina pero niegan ese mismo contexto regional en otros aspectos que influyen verdaderamente en nuestra realidad. Hablamos de la seguridad, un tema que está demostrado por organismos internacionales especializados en el tema, que influye de manera directa en la realidad de los países. 

Y por si fuera poco, también niegan las virtudes propias del curso de la economía nacional atribuyéndole al “viento de cola” los éxitos de la bonanza uruguaya.

Entonces, esas incoherencias de razonamiento me llevan a inducir la manifiesta intencionalidad de los discursos según sean sus intereses políticos y no la realidad de los hechos.

Uruguay sigue ostentando niveles de seguridad envidiables para la región. Insertos en el continente más violento (América Latina), Uruguay es una isla gracias a la labor de una administración que ha hecho los deberes. Esos mismos deberes que acordó en un acuerdo multipartidario (que cumplió y amplió). Sin embargo los embates del crimen organizado llegan, minimizados pero llegan, y allí la culpa es toda de las autoridades. Allí no hay influencia internacional que valga, el Ministro y su equipo son los responsables de todo lo que pasa. Lo que no dicen es que también lo son de lo que no pasa, eso que se evita gracias a los profundos cambios operados en tecnologías y capacitación del personal Policial, por citar algunas medidas. 

Uruguay sorteó varias crisis económicas internacionales y a todas se les atribuyó el viento de cola, un impulso favorable que le daba el valor de los “comodities”, o la coyuntura internacional favorable a los intereses uruguayos. Uno tras otro desfilaron los augures de crisis y devaluaciones que jamás se concretaron gracias a un rumbo económico firme que amplió mercados internacionales y reactivó el mercado interno, donde el salario de los uruguayos -fortalecido- generó un dinamismo que permitió crecer de forma genuina.

Ellos se sienten argentinos hoy, yo en cambio, me siento más uruguayo que nunca. 




el hombre se puso la celeste,
el perro no entendía el motivo de los cuetes...

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