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jueves, 23 de julio de 2015

“Locademia” de sociología

Ni Robocops ni máquinas vigías

Una ponencia de la carrera de Sociología presentada días pasados en  el III Congreso de Sociologia y que fuera noticia en La Diaria (artículo: “Robos, mentiras y videos”), hizo referencia al sistema de videovigilancia instalado en varias de zonas de la capital (y del interior del país). En la misma se destaca una suerte de estigmatización al delincuente (“difaman la figura del delincuente”, afirman en la misma), junto a la creación de una imagen positiva de la Policía (¿acaso pretenden que se genere una imagen negativa?). Lo cierto es que no pudimos leer la ponencia y solo accedimos al artículo de prensa, el cual si bien es referencial, las breves definiciones que aporta el cronista bastan para emitir un juicio de opinión al respecto. Parece una alienación lo que afirman con absoluta convicción, leyendo a la inversa de lo que la gran mayoría de quienes se benefician con el instrumento hacen. Bastaría haber recogido la opinión de la ciudadanía para poder contar con otro punto de vista (quizás el más comprometido con el tema), para conocer la pertinencia de un sistema que aporta seguridad y genera confianza a los vecinos. Sin contar que para la Justicia es un medio de prueba eficaz que deja en evidencia la flagrancia del accionar delictivo. 


Miopía académica


Docente y estudiante avanzaron en su ponencia “De Robocops y máquinas vigías. Sobre el control, la vigilancia y militarización policiales en la sociedad uruguaya”, afirmando que con el instrumento de las cámaras se constituyeron “zonas seguras” con la intención de “manipular e influir el inconsciente colectivo” (según citas del artículo). Si lo primero es cierto lo segundo es una afirmación absolutamente equivocada y una interpretación manipuladora -esta sí- asignando intenciones a la aplicación de tecnologías por parte de la fuerza encargada de asegurarnos la vida en sociedad.

Los autores (Gustavo Medina y Sebastián Sansone), atribuyen a la UNICOM “la función de ... mostrar lo que hace la Policía y su funcionamiento, colocando al policía como héroe y a la institución policial como infalible... los buenos (policías), los malos (delincuentes) y las víctimas, a quienes se debe proteger”. De lo afirmado, solo la calificación de infalible es excesiva ya que el cometido de la Unidad de Comunicación es informar en primer lugar y obviamente que se informan casos exitosos que son los que incentivan a otros a mejorar sus capacidades y los que aportan a la población la sensación de seguridad que se reclama. No es una construcción abstracta, lo que se muestra es real y comprobable.

Se percibe un sesgo anti-policía en la reseña del informe (quizás el sesgo lo incrementa el articulista... o no), al punto que se lo representa como “víctima y héroe”, según los autores. Yo les preguntaría si prefieren una Policía poco profesional, que equivoque sus procedimientos siempre, que no aprese delincuentes y que sean villanos en lugar de héroes. Tanta ingratitud académica sorprende, por cuanto parecen decir que prefieren una Policía ineficiente y villana antes que una profesional a la que se le reconozcan sus aciertos y se los difunda como corresponde.

Esto último va dicho en momentos que se investigan casos de abuso policial y errores (u horrores) de procedimiento a los que no se les esconde sino que se les investiga, sanciona y corrigen como corresponde. Nunca antes la Dirección de Asuntos Internos intervino tanto y dejó al descubierto casos de corrupción policial, depurando la fuerza, como en estas últimas administraciones. Nadie avala el maltrato policial, sino todo lo contrario, se lo combate y castiga, investigaciones mediante, siempre. 

Los autores ven como medidas de “control social” la incorporación de estas tecnologías, y que lo que se muestra son “robos de bajo valor (no copamientos) y hurtos de autos”. Lo que parece obvio, ya que debieran saber que las cámaras de videovigilancia están ubicadas en lugares públicos, con lo cual los registros son de delitos en la vía pública mayoritariamente y no registran copamientos porque estos se dan en el interior de las viviendas, generalmente. 

Pero -además- la reproducción de imágenes obedece a generar confianza y seguridad en la población y no a la multiplicación de la violencia. Aún cuando se han difundido imágenes del circuito que mostraban violencia contra las personas víctimas de delito en algunas zonas del mismo, no son la regla.

¿Qué es lo que piensan los vecinos donde hay instaladas cámaras? No lo saben los autores y parece ser que no mereció atención de su parte el conocer la opinión de los principales beneficiados. Hacer foco en la figura de los delincuentes parece un contrasentido que no tiene explicación coherente, aún cuando es cierto que quienes aparecen actuando en una imagen cometiendo un delito son procesalmente inocentes hasta que una sentencia los condene, razón por la cual se protege su identidad no mostrando imágenes de los mismos. 

Lo condenable es la conducta,  y esta se hace impersonal al pixelar los rostros, de quienes la protagonizan, que tienen su presunción de inocencia intacta hasta que un Juez decida sobre su conducta. No obstante lo cual la ciudadanía tiene derecho a conocer que esas conductas se reprimen y combaten así como también a conocer cómo se invierten los dineros públicos.

“El relato no es imparcial”, rematan y les asiste toda la razón. No lo es. Defendemos a la gente, a su derecho a vivir en paz, y disfrutar de la vida en sociedad. Defendemos su derecho a circular libremente, a llegar a su hogar sin inconvenientes de ningún tipo. No defendemos a los delincuentes, a quienes se les da el derecho a un juicio justo, oportunidad que no tienen las víctimas que sufren un delito. Pensar que se estigmatiza a quien delinque por la difusión de imágenes donde se los ve actuando -a veces con extrema violencia- parece una cosa de locos, aunque estos tienen una causa de justificación que no les cabe a quienes elaboraron el informe.

Lo único cierto es que la difusión de las imágenes trae problemas a las autoridades, las que nos han exhortado a administrar su difusión. Pero la razón no es la de los autores, sino que cada vez son más los reclamos de la gente por instalar cámaras en sus barrios.

Por algo será...


el hombre miraba un video,
el perro ladraba como loco...

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