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lunes, 16 de febrero de 2015

La culpa es nuestra

Sábado 14 de febrero, San Valentín o Día de los Enamorados. Nada de eso estuvo presente en el Estadio Tróccoli de Cerro, allí el amor era de otro tipo, ese que enceguece y hace perder la razón perjudicando al cuadro de sus  amores, al hincha, al vecino, a los esforzados dirigentes que se rompieron el alma para dejar precioso al estadio, en fin... a todos. De algo estoy seguro, la culpa es nuestra, solo nuestra.




“Esta es la banda loca de los villeros” (ver video)

El video se colgó en las redes y pronto fue la noticia del día. Seis minutos de un producido trabajo de edición que muestra desde el interior mismo de la Tribuna Chile del Tróccoli, cómo avanza contra la Policía esa “banda loca de los villeros”. Si fuera la provocación la gota que derramó el vaso esa tarde, los efectivos policiales (que eran amplia minoría), tuvieron sobradas razones para la reacción. 

Sin embargo, en los minutos que dura esa grabación solo se aprecia el aplomo y profesionalismo de un conjunto de efectivos que se repliegan (provocando la envalentonada acción de los barras), que festejan la inacción policial. Obviamente que hubo respuesta policial y las fotos posteriores son elocuentes, bastaba una piedra...

Mucho se dijo sobre el motivo que originó el ingreso de los efectivos, haciendo base en la exhibición de una bandera del Club Atlético Peñarol, que desplegó la hinchada locataria en un acto de absoluta e irresponsable provocación que pudo tener consecuencias peores. Sin embargo, la verdadera razón del ingreso fue la de asegurar la retirada del equipo visitante-a pocos minutos de finalizar el encuentro que Cerro perdía por 3 a 0-, asegurando que lo hiciera sin inconvenientes.

Esa fue una primera culpa nuestra, la del hincha que no admite derrotas e intenta ganar ese otro juego, el del que tiene “más huevos”. Tenemos la culpa de ser tan idiotas como para no entender nada, que un color de camiseta sea capaz de separarme de otro que tiene un color distinto, a pesar que somos del mismo barrio incluso. La culpa es nuestra.

Desde las cabinas de transmisión se oyen voces que fustigan a los inadaptados de siempre, que responsabilizan a la Policía por acción u omisión -según sea el caso-, que hacen vibrar sus cuerdas vocales al son de lo que sea políticamente correcto haciendo recaer el peso de la responsabilidad en la autoridad de turno, en la dirigencia de turno, en la Policía de turno, en el gobierno de turno. Nunca asumen que tienen parte de culpa por alimentar rivalidades, por dar énfasis de fin del mundo a un simple partido de fútbol, porque un equipo está jugándose la vida en el próximo partido, etc, etc. Es obvio entonces que la culpa (también nuestra), es de los periodistas.

Desde las noticias se busca la voz oficial, la del responsable de los operativos, la del Ministro o el Subsecretario. Son los responsables de los hechos, de que no se identifique a los 50, 100, 200 energúmenos que son los responsables de empañar un espectáculo al que van miles. Dicen conocerlos, que son los mismos de siempre, etc. Dicen, dicen, pero nunca los denunciaron. Entonces la culpa es de las autoridades que hicieron caso omiso a esas denuncias, que no escuchan los programas donde se imparten las soluciones que todos estamos esperando pero que nadie aplica.

La culpa es del gobierno que no puede poner fin al tema y que debe soportar la erudicción de quienes hablan con tal ajenidad que sorprende, por cuanto son parte del problema pero no quieren incidir en la solución. Ellos comentan y critican pero -algunos-nunca jugaron al fútbol. Ellos comentan y critican pero -algunos o todos- nunca fueron policías ni saben de seguridad.

La culpa es de las redes sociales, o sea, nuevamente nuestra. Allí explota lo peor de la condición humana. Allí se alimentan rivalidades idiotas que cuestan vidas, que incitan a gurises al punto de querer enfrentar a un Policia armado para poder -luego- hacer alarde de su valentía y enjundia. Lo dicho, la culpa es nuestra.

La culpa es de la Justicia, que un día procesó sin prisión a un jugador de primera división que agredió en cámaras a un Policía. De ahí en más marcó la cancha para el resto de los procesamientos que habrían por circunstancias similares. ¿Hoy quién respeta a la Policía si la sanción por no hacerlo es mínima? 

La culpa es de quien esto escribe, que emite su opinión y no comprende cómo es posible que un partido de fútbol, un juego precioso, un espectáculo multicolor, deba soportar medidas como el retiro de las banderas, porque con ellas se oculta quien tira la piedra, la bengala o vende la droga que pierde a los más jóvenes en una tribuna.

Dirigentes, hinchas, periodistas, políticos, jueces, policías, todos, en definitiva, somos responsables de lo que está pasando. Hasta tanto asumamos esa cuota parte que nos corresponde, seguirá ocurriendo, porque siendo parte del problema no queremos serlo de la solución y así, esperamos que el otro traiga la varita mágica. Así, es imposible. 

La culpa es nuestra... solo nuestra.



el hombre decía yo no fui, 
el perro ladró bajito haciéndose el distraído...

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