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sábado, 2 de febrero de 2013

Racismo en Uruguay: ¿quién marca la diferencia?


Fuente imagen: laqerencia.wordpress.com

En mi niñez y adolescencia iba asiduamente a la casa de “los Castellanos”, una familia divina, numerosa y conformada por “afrodescendientes”… No, no!! Eran negros, como ellos mismos se encargaban muy bien de corregirme. Y aquella corrección me molestaba pues para mí eran mis amigos y fuente principal de mis mayores alegrías cuando compartíamos las fiestas tradicionales, sin importarme en lo más mínimo su color de piel… 

Hoy el Uruguay parece invadido por una corriente de susceptibilidades que son promovidas por los mismos protagonistas, quienes –a mi modo de ver- se encargan de marcar diferencias donde no siempre existen, y siempre llamarle a ello racismo, xenofobia o cualquier otra discriminación. Sin que con esto desconozca que la sociedad cambió y que hay episodios discriminatorios cada vez más frecuentes, no son todos los que se dicen.

Me crié con esos amigos que más allá de toda lógica, hacían del color de su piel un motivo de orgullo sin que nadie del barrio se preocupara en reparar en el tono de la misma. Eran nuestros amigos y bastaba, no había más que hablar.

Aún así insistían –a veces- en marcar las diferencias (inexistentes para nosotros), hasta que con el tiempo terminaron dándose cuenta que no había motivo para hacerlas. Ellos fueron y serán por siempre mis amigos.

Hoy aparecen episodios (muy mediatizados) que pretenden dar un plus a la violencia instalada por la pérdida de valores sociales que llegó a niveles que jamás hubiéramos pensado aquellos gurises del barrio Puerto Rico. Sin embargo, aún cuando los chicos de hoy resuelven sus conflictos interpersonales con otras armas que sus simples manos, tampoco puedo afirmar que en los mismos haya motivos raciales ni mucho menos. Y lo digo hoy que los veo a diario en el mismo barrio en que me crié, compartiendo las esquinas sin importarles en lo más mínimo el color de piel de los miembros de la barra. Por ahí no va la cosa… con lo cual me da la impresión que en el episodio de Azabache se confundieron los móviles.

En anterior columna hablé de la indiferencia (que en el mismo episodio demostró que le gana lejos al racismo invocado), y eso es lo más preocupante a esta altura. Indiferencia que permitió la existencia de mucho más que cuatro autoras responsables de los golpes a Tania; fueron también responsables, los indiferentes asistentes que nada hicieron por impedir tamaña golpiza.

Por otra parte se lanzó la campaña para eliminar la expresión “trabajar como un negro” del diccionario de la Real Academia Española. Empezando por el final en un claro error procedimental, ya que la RAE reconoce expresiones idiomáticas que se dan en la misma población, por lo que antes de pedir que se la elimine hay que promover su no uso y, conseguido ese paso, recién ahí solicitar su eliminación por el desuso. Pretender su eliminación antes que eso ocurra parece un apresuramiento que no tendrá el efecto deseado.

Volviendo al episodio del boliche Azabache, pareció broma que el fiscal fuera el Dr. Carlos Negro, y que -con ese apellido no censurado- no hiciera lugar al pedido de la denunciante sobre la existencia de un ataque con móviles racistas.

Y para el final el blooper –también mediático- del propio novio de Tania, quien desautorizó con el mismo, toda la cadena argumental que expuso ante las mismas cámaras en el momento de su arenga: “Tania no se deja negrear así nomás”

Queda claro quién marca la diferencia cuando se habla de racismo en el Uruguay. Son los mismos que lo defienden.

Con defensores así no hacen falta enemigos.




el hombre se fue a las llamadas,
el perro no fue por miedo que no lo dejaran desfilar…

1 comentario:

  1. seria bueno saber el nombre del doctor que dictamino sobre el "riesgo que corrió la vida de Tania" no habra sido el Dr. Fiasco?.!!!

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