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jueves, 20 de septiembre de 2012

Lo que el viento nos dejó


Fuente: subrayado.com.uy
Pasaron siete años desde aquel 23 de agosto de 2005, cuando -recién asumido el FA- los elementos ponían a prueba al novel gobierno frente a un evento climático inesperado para un país "donde nunca pasa nada". Parece ser que el tiempo, el mejor maestro siempre, hizo su parte y en esta ocasión en que repite con similar virulencia, la madre naturaleza apreció el esfuerzo y los daños colaterales fueron significativamente menores a los de aquella oportunidad.

En algún momento me hizo acordar a la crisis del 2002 por la sicosis colectiva, alentada desde los medios de comunicación que agregaban sistemáticamente un dato más en cada intervención. Luego entendimos -nosotros, uruguayos que primero criticamos y después reconocemos- que el afán de advertir era el principal objetivo. No obstante ello fueron pocos los que actuaron con criterio al momento de "liberar" a quienes habían concurrido a sus trabajos para retornar a sus hogares pues lo hicieron en un momento en que el viento arreciaba y era más prudente esperar en sus lugares de tarea que salir a enfrentarse con "Eolo" en las calles montevideanas.

El día después llueven críticas -que agua ya fue suficiente- por las desconsideradas esperas en las paradas de ómnibus cuando el servicio estaba suspendido. Es que se liberó a los funcionarios a la hora inadecuada, cuando debió esperarse a la hora en que los servicios se restablecían y, de ese modo, nadie hubiera arriesgado su integridad esperando en las paradas (que lejos de ser refugios eran lugares peligrosos dadas las circunstancias).

Pero a todo hay que darle su justo valor, y seguramente no le quepan prendas solamente a los responsables de los lugares de trabajo o del Sistema Nacional de Emergencia, esta vez. En los uruguayos prima muchas veces el deseo de desaparecerse cuanto antes del laburo sin medir las consecuencias. Este día era correr un riesgo innecesario salir antes del "yugo". Prudente era -no Líber que ya no pita más- quedarse trabajando (o quedarse simplemente), dentro de las oficinas hasta que se restablecieran los servicios de transporte.

Nobleza obliga decir que esta vez el SNE funcionó bastante bien. Siempre habrá algo que mejorar, pero la emergencia contó con una organización bien montada y se notó. Tanto que los daños colaterales se minimizaron, a pesar que la imprudencia siempre mete la cola y un padre con su hijo perdieron su vida al intentar el cruce de un puente crecido en un camino vecinal en San José.

El viento nos dejó un montón de cosas, algunas malas, (las más notorias), como los destrozos ocasionados por el vendaval y el agua acumulada, al que se suman dos vidas (que pueden ser tres), que bien pudieron preservarse de haber primado la previsión y la prudencia. 

Pero, a escasos siete años de ocurrido un hecho de similares características -que hoy se maximiza a la luz de los inferiores resultados de este "cicloncito" de setiembre de 2012,  algo habrá que reconocer que se hizo bien en esta ocasión. Porque bien pueden atribuirse los daños colaterales sufridos en esta ocasión,  a mejoras en la previsión y respuesta antes que a la furia en grado menor de la madre naturaleza.  Alguna vez habrá que reconocer avances y este bien puede decirse que es uno de ellos, más allá de los errores que se pueden -y deben- corregirse

El viento nos dejó un Sistema Nacional de Emergencia aggiornado, coordinado (con errores sí, pero mucho mejor entrenado en la respuesta que años atrás), que tuvo aciertos muy buenos que se manifiestan en los nulos casos de siniestralidad (en vidas humanas) que dejó en los centros urbanos con mayor densidad de población. La advertencia -aún con sus bemoles- llegó a tiempo, a estar por los resultados del día después.

Hoy se critica la falta de coordinación con la Intendencia, que originó, por ejemplo, que las oficinas públicas cerraran casi al mismo tiempo en que se cortaban los servicios de transporte. Pero allí quizás, y sin quizás también, caben responsabilidades compartidas. A las autoridades de cada organismo, que dejaron salir a sus funcionarios en horas donde arreciaba el viento y la lluvia, cuando más prudente hubiera sido que se mantuvieran en sus lugares de trabajo hasta que el tiempo atenuara su inclemencia y los servicios de transporte se reanudaran (lo cual se dispuso a partir de la hora 15:00); y a cada uno de los que hoy critican la larga espera bajo viento y lluvia en las peligrosas paradas, pero que salieron presurosos por abandonar el trabajo más temprano sin pensar en los riesgos a los que se exponían.

Hay otra cosa que nos dejó este temporal pero que no es nueva. Nos dejó una marca (una más), que confirma (como si precisáramos confirmación), que tenemos un Presidente solidario, al sufrir un corte con una chapa mientras ayudaba a un vecino de su chacra.

Algunos dirán "¿qué le hace una mancha más al tigre?"... seguramente nada, pero qué lindo tener de Presidente a un tigre marcado por la solidaridad. "Salú".


el hombre aprontó la motosierra,
el perro se acordó del "cuqui"

1 comentario:

  1. no señor, Ud. y mucho uruguayos sabemos que se cometieron serios horrores, eso de dejar salir la gente cuando el comunicado oficial era que no se movieran de sus lugares fue la muestra de la desorganizacion organizada y si no hubo mas victimas solo fue por dos cosas, 1. no fue igual que el del 2005 y 2. la suerte estuvo del lado de la gente esta vez, no mienta ni se mienta a si mismo Sr Guau

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