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jueves, 23 de febrero de 2012

Apocalipsis “press”

La Pedrera

Lunes de carnaval. Los noticieros inician un espiral apocalíptico sobre la fiesta en La Pedrera. Todo lo que se dice poco o nada se corresponde con lo que las propias cámaras en vivo -del mismo noticiero en un caso- muestran en el lugar de los hechos. Un irreconocible Jorge Traverso lee en crudo un siniestro reporte colgado en una red social. Luego vendrían aclaraciones pero, el daño ya estaba hecho...



Si Papá dice que es carnaval, 
agarrá el pomo y empezá a mojar!

Durante días y días se lo promocionó como la fiesta del carnaval uruguayo. Nosotros, los “yoruguas”, tan afectos a inventar fiestas como “la noche de la nostalgia”, por citar una, tuvimos (aramos -dijo el mosquito- e iba en la guampa del buey), la idea de celebrar un improvisado corso en la principal calle de un balneario agreste y muy “chic”, hace algunos años. Luego, esa loca idea de unos pocos fue prendiendo y sumando adeptos hasta llegar a esta megafiesta improvisada donde se dan cita miles que hacen del desbunde la razón de ser de la actividad.

Tuvo la desdicha -este año en particular- de superarse en convocatoria y lo que pudo ser un éxito para algunos fue desgracia para otros, (entre ellos los miles desprevenidos que consumieron las noticias nefastas que desde los medios de prensa tiraron algunos sin confirmar).

Por unos minutos – en los que hasta el propio Jefe de Policía de Rocha y el Alcalde de La Pedrera sumaron voces en contra – parecía que el infierno se había instalado en el balneario y los vándalos eran los dueños del mismo. La crónica leída por el informativista, daba cuenta de todos los insucesos que habían ocurrido ese día de carnaval como si fuera una relación a cuenta de mayor cantidad, (que no se concretaría nunca).

El mal tiempo reinante, sumado a la ingesta de alcohol, (elemento tristemente recurrente en los accidentes de tránsito que se registran en el país), originó una infausta muerte en la carretera de acceso al balneario, donde un chico de 17 años perdió la vida y su compañera, resultó gravemente herida. A ese hecho se sumó una grave agresión a una chica y la internación de un chico por sobredosis, hechos que bastaron para tildar a la fiesta que se preparaba como “desborde incontrolado”

Los vecinos manifestaron pidiendo la prohibición total de este tipo de concentración masiva de gente (que antes celebraban pues la popularidad de esta movida elevó considerablemente el valor de sus viviendas). Pero, la juventud tuvo la mala idea de invadir -en forma desmesurada- la tranquilidad pueblerina de un lugar reservado a unos pocos. Dios Momo no tenía derecho a tanta permisividad y mucho menos a que se hicieran dueños por un día de la propiedad que durante 364 tiene otra titularidad inmobiliaria.

Pero allí estaba él, el famoso pajarito del twitter, para dar pelea ante tanta desinformación imperante. Uno tras otro -gracias BlackBerry!!- llegaban los 140 caracteres para echar luz ante tanta oscuridad mediáticamente vomitada por quienes presagiando lo peor se quedaron vestidos y sin salir.

El amanecer trajo consigo el silencio y los vestigios de la fiesta se mostraban como prueba del descontrol denunciado (a falta de siniestros, buenos son los deshechos y la mugre pos fiesta).

Por suerte o porque la consigna era divertirse solamente, la fiesta terminó sin mayores incidentes que resaltar. Las mismas voces que se escucharon antes presagiando lo peor, se jactaban de los resultados de su planificación (?).

Incoherentes por donde se los mire y escuche, es esperable que en el futuro la mesura sea el elemento que impere y no se grite para la tribuna. La fiesta terminó en paz; la alta concentración de personas (jóvenes en este caso), no fue sinónimo de anarquía ni de descontrol. Sobrada prueba dio el pueblo uruguayo en ocasión del festejo por el Bicentenario a pesar de los presagios (que también los hubo), y tanto en aquella como en esta oportunidad  le erraron feo.

Por supuesto que organizar lo inorgánico tendrá sus beneficios, pero quizás sea el inicio del fin de una fiesta que hoy no tiene dueño, salvo en los miles de jóvenes que se apropian por un día de la calle principal de un balneario al que le dieron exposición (y cotización), pero al que los vecinos ahora, quieren prohibirles la entrada.

Todo se reduce, a nuestro humilde entender, a una simple ecuación que resuelva si los vecinos están dispuestos o no, a ceder un día de soberanía balnearia a cambio de seguir siendo el balneario top del carnaval uruguayo.

Si la respuesta es por la negativa, deberán también estar dispuestos a perder ese valor agregado que obtuvieron el día que unos pocos decidieron celebrar a Momo desfilando por la calle principal de La Pedrera, y que prendió en otros jóvenes que tomaron la posta.

El tiempo dirá si el apocalipsis llega o, en cambio, sigue amagando a través de la prensa ávida de malas noticias.


el hombre desfilaba con la muchachada,
el perro lo meaba, intentando sacarlo del corso

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