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jueves, 24 de diciembre de 2009

Sobredosis de sentido común

(Publicado en La ONDA digital)


Advertencia: cualquier parecido con el Sr. Sentido Común de la campaña electoral pasada, es pura coincidencia.


El gobierno electo no descansa. Hace realidad aquella afirmación lanzada ni bien se conociera el resultado del balotaje: no vino a hacer sebo. En tiempo inédito para el país se definieron los ministros –aún resta algún subsecretario- se efectuaron contactos con los referentes principales del país (industriales, trabajadores), y por estos días lanza una sobredosis de sentido común en un tema que lleva larga data entre los orientales como es la manida patente de rodados.

Entre un tirón de orejas y una línea de salvataje para dar solución al tema, se habla del cobro de una parte de la patente de rodados a partir de un impuesto en los combustibles. Es cierto que el tema es de resorte municipal porque así está consagrado en la Constitución de la República, pero también es cierto que si todas las Intendencias se ponen de acuerdo es posible encontrarle solución al tema sin evadir el rango constitucional del mismo. Y nada mejor que hacerlo por una vía que devuelve racionalidad a un tributo que hoy tiene su base de cálculo en el valor de los automotores cuando la lógica indica que debiera estarlo en el uso que los mismos hacen de la infraestructura municipal. Dicho de otra manera: que quien más circule, más patente pague y viceversa. De eso se trata en definitiva, que quien hace mayor uso de la infraestructura vial departamental, sea quien la solvente en mayor medida que aquellos que poco o nada la usan. El valor de mercado de los coches debiera ser base de otros impuestos previos pero no de este, que -en definitiva- tiene una clara impronta de igualdad: todos usamos las calles y semáforos del mismo modo así lo hagamos en un Fitito, un Mercedes Benz, o un Audi último modelo.

Si solo ese argumento basta al suscrito para afiliarse a esa modalidad de cobro, le adelanto que tengo otros más para apoyarlo. Uno de ellos es que dicha forma de cobro de la patente hace imposible la evasión, por cuanto serán las surtidoras de combustible las que retendrán el importe y, salvo que circulen coches a agua u otros combustibles alternativos, todos pagarán patente. Ya no tendremos zafras de inspectores ávidos de encontrar morosos infractores y podrán destinar sus jornadas a mejorar el servicio de vigilancia y educación vial, el cual es altamente deficitario en ese aspecto. Ni tampoco evasores circulando libremente sin pagar nada por el uso que hacen de una estructura vial que –justo es decir- ha tenido un cambio significativo en algunos puntos largamente postergados de la ciudad (aunque quede mucho por hacer todavía).

Asimismo no es lo mismo fragmentar el pago en mínimos aportes al caudal del uso que cada uno haga del vehículo, que soportar la gravosa carga de su pago zafral tal como rige hoy día y en forma ficta (sin importar, por ejemplo, que un coche aún guardado en la cochera, pague patente).
Los gobiernos departamentales tienen en este tributo una de sus principales fuentes de ingreso, por eso es que el tema no será de fácil resolución si el gobierno no asiste en parte a solventar –por lo menos al principio- una parte del insumo que dejarían de percibir. Pero también es cierto que muchas intendencias reciben un tributo por nada, pues quien paga no es residente en el departamento y por ende no utiliza ninguno de los servicios que solventa dicho tributo. Para estos gobiernos departamentales contar con un contribuyente que no reclama servicios por lo que paga (pues no reside y por tanto no los utiliza, precisa ni controla su existencia y/o mantenimiento) es un negocio redondo.

Por supuesto que tendremos ardorosas discusiones al respecto, pero por fin llegó quien puso el tema sobre la mesa para su franca discusión. Un sistema que es realidad en países del mundo desarrollado, argumento que por supuesto no basta para un rincón del mundo donde residen tres millones de directores técnicos, pero por algún lugar hay que empezar.

Es hora de terminar con los vivos que circulan en un lugar y pagan en otro.
Es hora de aplicar el sentido común.



el hombre lavaba el auto,
el perro intuía que salía paseo...